El partido entre Boca Juniors y Gimnasia, por los cuartos de final de la Copa Argentina, quedó marcado por un grave incidente en las tribunas del estadio de Newell's Old Boys, en Rosario. Aunque el Xeneize ganaba 1-0 con un gol de Anselmino, la atención se desvió hacia las violentas peleas entre los hinchas de ambos equipos. La situación se descontroló cuando aficionados de Boca comenzaron a arrojar butacas desde la platea hacia la popular de Gimnasia, lo que provocó una respuesta violenta de la hinchada del Lobo y la intervención de la policía con balas de goma y gas pimienta.

En ese tenso contexto, la figura de Juan Román Riquelme, presidente de Boca Juniors, fue clave para calmar los ánimos. Riquelme, acompañado por los miembros del Consejo de Fútbol, 'Chicho' Serna, Raúl Cascini y Marcelo Delgado, decidió bajar de su palco y acercarse a la zona de conflicto. La barra brava de Boca, "La 12", había roto un portón y avanzaba peligrosamente hacia el sector de Gimnasia, mientras que los hinchas del Lobo intentaban derribar las barreras de su sector.

La presencia de Riquelme, junto a sus compañeros del Consejo, fue decisiva para evitar que la situación se desbordara. Al ser identificado en la zona donde la policía lanzaba gases y balas de goma, los hinchas de Boca comenzaron a retroceder, frenando la embestida. Su liderazgo, sumado a la intervención de Serna, Cascini y Delgado, logró calmar a los fanáticos y evitar un enfrentamiento directo con la hinchada de Gimnasia, que ya se preparaba para el choque.

Este acto de Riquelme y su equipo no solo evitó una tragedia mayor, sino que también demostró el respeto y la influencia que aún ejerce sobre la afición. La rápida reacción de los directivos de Boca fue fundamental para desactivar una situación que podía haber terminado en un enfrentamiento más grave y empañar por completo la jornada deportiva.